miércoles, 6 de junio de 2012

Reflexiones personales

Corte de carretera en la N-630 a la altura de Ciñera de Gordón (30-05-2012)

Hace un par de semanas prendió la llama que llevaba tiempo gestándose en las cuencas mineras. La presentación de los Presupuestos Generales del Estado el pasado mes de abril dejó en evidencia que los recortes llevados a cabo por el nuevo Gobierno iban a estar presente en demasiados ámbitos que afectarían a demasiadas personas.

Lo único nuevo fueron las cifras: un total del 63,2 % para las ayudas al funcionamiento de las empresas, del 39,2 % para infraestructuras en las cuencas, del 76,6 % para proyectos empresariales, del 100% en materia de seguridad minera y del 99,6 % para formación y becas.(datos sacados de aquí). 

¿En qué se traduce esto? Los dos últimos porcentajes dan realmente miedo. Obsérvese que las partidas destinadas a seguridad minera desaparecen por completo. Para que luego presumamos de empresas seguras cuando pasan cosas como lo de Chile. Y las becas para estudiantes quedan al borde del abismo.

Pero a los políticos y bancarios estos datos solamente reflejan unos presupuestos de austeridad extrema que hay que llevar a cabo sea como sea si queremos sacar nosotros mismos al país de este profundo agujero en el que ellos nos metieron y por el que nadie pagará las consecuencias tanto como los de abajo. 

Mientras el Gobierno popular aprueba medidas como la amnistía fiscal o reduce el presupuesto de manera insignificante, casi irrisoria, a la Casa Real, el norte del país muere lentamente de una herida que ya lleva muchos años sangrando. 

Quieren cerrar las minas. Ya no sale rentable, dicen. Compran el carbón al extranjero porque es más barato y las centrales térmicas no consumen el mineral que nuestros mineros han rescatado de las profundidades de la tierra con su propio sudor. Esos confines subterráneos que se han llevado a muchos (demasiados) compañeros de faena. 

Generaciones enteras se mantienen, por poco tiempo ya, a día de hoy, gracias al carbón. No quiero hablar sobre cuánto contamina o no este tipo de energía, no es algo sobre lo que entienda. Me preocupa el futuro de las cuencas mineras cuando este proceso ya casi irreversible llegue a su fin. ¿Qué pretenden los señores gobernantes que hagan las miles y miles de personas que viven directa o indirectamente del carbón? Sus medidas en materia de (des)empleo no van a generar puestos suficientes para recolocarlos a todos, suponiendo que el total de estas poblaciones decidiese hacer un éxodo rural como nunca antes habría visto el país. 

Se olvidan los poderosos de que tras ese -100% en materia de seguridad minera se están jugando la vida de los obreros. Que bastante peligroso es ya este trabajo y que demasiadas vidas se ha llevado ya la maldita mina. 

¿Y qué hay de los que estamos estudiando para labrarnos un futuro gracias al esfuerzo económico de nuestros padres, mineros en activo, prejubilados o jubilados?

Estos mineros solo conocen una forma de defender sus derechos, su futuro, su vida. El mismo que les enseñaron sus antepasados cada vez que esto corría peligro. Se cortan carreteras, se realizan piquetes, se prende fuego a neumáticos para que el humo se vea lejos, bien lejos, y llegue su protesta y sus gritos hasta el cielo, a ver si alguien les escucha y entra en razón.

No se ofrecen alternativas al cierre de los pozos, solo se habla de dígitos. No se piensa en las personas, solo importa el dinero. Pasarán los años y ya no habrá un pueblo al que regresar de vacaciones de Navidad a ver a la familia porque alguien, desde ahí arriba, se encargó de dar la estocada final a un débil moribundo.




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