sábado, 14 de julio de 2012

Estoy hasta los cojones. Perdón, ovarios.


Así, como lo leéis. Y como en Internet no hay horario infantil que valga, hoy estoy que suelto improperios y palabras mal sonantes por los cuatro costados. Ni indignada, ni cabreada, ni molesta. Hasta los ovarios. ¿De qué? De seguir leyendo sandeces sobre los sueldos de los mineros. Comparemos cifras...

Por hilar un poco con algo tan actual como las palabras de la diputada Andrea Fabra, la señora (si es que se la puede denominar así). Veamos lo que publican en El Plural sobre el salario de este sujeto:

“(...) además de su sueldo como diputada, cobra un suplemento de 1.823,86 euros por ser diputada de fuera de Madrid. Es un dinero que en realidad se da a todos los congresistas para ayudarles a costear sus gastos por comida y alojamiento cuando están desplazados en la capital para acudir a las sesiones.

¿Se lleva Fabra 1.823 euros que no le corresponden?

Para dejar de percibir este dinero, que se asigna automáticamente a todos los diputados que no residen en Madrid, basta con que quienes han sido elegidos por otra circunscripción, pero viven en la capital, presenten un escrito comunicando su situación.
Sería el caso de Andrea Fabra, que en efecto, es diputada por Castellón, pero todo indica que no necesita cobrar el dinero extra para alojamiento, porque ¿acaso no vive con su marido, el exconsejero de sanidad de la Comunidad de Madrid y ejecutivo de Pocoyó, Juan José Guemes, en la casa familiar que tienen en la lujosa urbanización La Finca -donde viven Correa, futbolistas y cantantes famosos…?”

Ahora, hablo con mi padre. 50 años recién cumplidos esta semana, 27 en activo como ayudante de minero, pero también estuvo barrenando o como picador (entró a la escuela de minas con 15). Lleva prejubilado ocho años. Cobra a día de hoy 2010€ mensuales. Mientras estaba en activo sufrió varios accidentes. Como resultado: una pierna rota, cuatro operaciones en el túnel del carpiano y tendones de la mano, además de silicosis en segundo grado.

Y algunos diréis que esos dos mil euros compensan, que tal y cómo están las cosas, es un privilegiado. ¿Paga una pensión así el hecho de que le tocase sacar a tres compañeros muertos del pozo cuando tenía poco más de veinte años? A lo largo de su vida laboral, más de una decena de compañeros perdieron la vida. Él tuvo suerte de no contarse entre ellos.

Recuerdo la angustia de mi madre cada vez que alguien llamaba a la puerta a deshoras, cuando mi padre se encontraba en el turno de tarde o de noche. Porque esa es otra de las cosas que no se cuentan cuando se argumenta del gran trabajo del que disfrutan los mineros: cambian de turno cada tres semanas, entre las que tienen una de descanso por la que no cobran. Para llegar a la mina a tiempo, el turno de mañana hacía que mi padre saliese de casa a las siete y llegaba a las cuatro de la tarde; con el turno de tarde, se iba a las tres y llegaba a media noche; y en el turno de noche, de once menos cuarto a ocho de la mañana. Esto produce una tremenda alteración de los horarios de sueño, que hacen peligrar más aún la vida del minero cuando se encuentra bajo tierra. Un despiste debido al cansancio supone poner el riesgo la vida de todos los que dependan de él en ese momento.

Pero vamos a llamar privilegiados a los mineros, cuando gente como Andrea Fabra cobra un plus prácticamente equiparable a la pensión de mi padre, o muy superior al salario mínimo interprofesional. Critiquemos aquellos que disfrutan de su pensión que tan cara les ha salido a nivel personal, mientras nos justificamos en que “no hay dinero”, cuando Defensa destinará más de 3 millones de euros para promocionar al Ejército, cuando Rajoy cobra más de 72.000 euros brutos, o cuando el señor Montoro niega la existencia de las grandes fortunas, cuando él es uno de los que disfruta de un sueldo astronómico por estar llevando al país a la quiebra más absoluta, subiendo el IVA y, por tanto, reduciendo la capacidad adquisitiva de los hogares españoles.

No pienso entrar en si la mina es rentable económicamente o en su impacto medioambiental, como debatía este mediodía en Twitter con un par de periodistas. No encuentro la manera de asegurar rotundamente que el carbón es nuestra única fuente de energía autóctona. Lo que sí puedo decir es que se quiere alargar la vida de la central nuclear de Garoña (que no consume bienes nacionales, sino materiales nucleares importados), una fuente energética mucho más peligrosa que la del carbón, por limpia que sea, debido al riesgo que supone su proceso, además de la locura de alargar la vida útil de dicha central. Está claro que los argumentos sobre la limpieza de las energías valen para unas pero no para otras.

Tampoco pienso pasar por aquellos que quieren colgarles el muerto sobre la no reconversión de las cuencas con las subvenciones destinadas para ello a los mineros, el último eslabón de la cadena. Como muchos de los males de este país, la culpa es de los gestores empresarios y políticos. Culpar al minero de ello sería como culpar al albañil de la burbuja inmobiliaria por seguir fabricando casas cuando ya no había quien las comprase.

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