Así, como lo leéis. Y como en
Internet no hay horario infantil que valga, hoy estoy que suelto
improperios y palabras mal sonantes por los cuatro costados. Ni
indignada, ni cabreada, ni molesta. Hasta los ovarios. ¿De qué? De
seguir leyendo sandeces sobre los sueldos de los mineros. Comparemos
cifras...
Por hilar un poco con algo tan actual
como las palabras de la diputada Andrea Fabra, la señora (si es que
se la puede denominar así). Veamos lo que publican en El Plural
sobre el salario de este sujeto:
“(...) además de su sueldo como
diputada, cobra un suplemento de 1.823,86 euros por ser diputada de
fuera de Madrid. Es un dinero que en realidad se da a todos los
congresistas para ayudarles a costear sus gastos por comida y
alojamiento cuando están desplazados en la capital para acudir a las
sesiones.
¿Se lleva Fabra 1.823 euros que no le corresponden?
Para dejar de percibir este dinero, que se asigna automáticamente a todos los diputados que no residen en Madrid, basta con que quienes han sido elegidos por otra circunscripción, pero viven en la capital, presenten un escrito comunicando su situación.
Sería el caso de Andrea Fabra, que en efecto, es diputada por
Castellón, pero todo indica que no necesita cobrar el dinero extra
para alojamiento, porque ¿acaso no vive con su marido, el
exconsejero de sanidad de la Comunidad de Madrid y ejecutivo de
Pocoyó, Juan José Guemes, en la casa familiar que tienen en la
lujosa urbanización La Finca -donde viven Correa, futbolistas y
cantantes famosos…?”
Ahora, hablo con mi padre. 50 años recién cumplidos esta semana,
27 en activo como ayudante de minero, pero también estuvo barrenando
o como picador (entró a la escuela de minas con 15). Lleva
prejubilado ocho años. Cobra a día de hoy 2010€ mensuales.
Mientras estaba en activo sufrió varios accidentes. Como resultado:
una pierna rota, cuatro operaciones en el túnel del carpiano y
tendones de la mano, además de silicosis en segundo grado.
Y algunos diréis que esos dos mil euros compensan, que tal y cómo
están las cosas, es un privilegiado. ¿Paga una pensión así el
hecho de que le tocase sacar a tres compañeros muertos del pozo
cuando tenía poco más de veinte años? A lo largo de su vida
laboral, más de una decena de compañeros perdieron la vida. Él
tuvo suerte de no contarse entre ellos.
Recuerdo la angustia de mi madre cada vez que alguien llamaba a la
puerta a deshoras, cuando mi padre se encontraba en el turno de tarde
o de noche. Porque esa es otra de las cosas que no se cuentan cuando
se argumenta del gran trabajo del que disfrutan los mineros: cambian
de turno cada tres semanas, entre las que tienen una de descanso por
la que no cobran. Para llegar a la mina a tiempo, el turno de mañana
hacía que mi padre saliese de casa a las siete y llegaba a las
cuatro de la tarde; con el turno de tarde, se iba a las tres y
llegaba a media noche; y en el turno de noche, de once menos cuarto a
ocho de la mañana. Esto produce una tremenda alteración de los
horarios de sueño, que hacen peligrar más aún la vida del minero
cuando se encuentra bajo tierra. Un despiste debido al cansancio
supone poner el riesgo la vida de todos los que dependan de él en
ese momento.
Pero vamos a llamar privilegiados a los mineros, cuando gente
como Andrea Fabra cobra un plus prácticamente equiparable a la
pensión de mi padre, o muy superior al salario mínimo
interprofesional. Critiquemos aquellos que disfrutan de su pensión
que tan cara les ha salido a nivel personal, mientras nos
justificamos en que “no hay dinero”, cuando Defensa destinará
más de 3 millones de euros para promocionar al Ejército, cuando
Rajoy cobra más de 72.000 euros brutos, o cuando el señor Montoro
niega la existencia de las grandes fortunas, cuando él es uno de los
que disfruta de un sueldo astronómico por estar llevando al país a
la quiebra más absoluta, subiendo el IVA y, por tanto, reduciendo la
capacidad adquisitiva de los hogares españoles.
No pienso entrar en si la mina es rentable económicamente o en su
impacto medioambiental, como debatía este mediodía en Twitter con
un par de periodistas. No encuentro la manera de asegurar
rotundamente que el carbón es nuestra única fuente de energía
autóctona. Lo que sí puedo decir es que se quiere alargar la vida
de la central nuclear de Garoña (que no consume bienes nacionales,
sino materiales nucleares importados), una fuente energética mucho
más peligrosa que la del carbón, por limpia que sea, debido al
riesgo que supone su proceso, además de la locura de alargar la vida
útil de dicha central. Está claro que los argumentos sobre la
limpieza de las energías valen para unas pero no para otras.
Tampoco pienso pasar por aquellos que quieren colgarles el muerto
sobre la no reconversión de las cuencas con las subvenciones
destinadas para ello a los mineros, el último eslabón de la cadena.
Como muchos de los males de este país, la culpa es de los gestores
empresarios y políticos. Culpar al minero de ello sería como culpar
al albañil de la burbuja inmobiliaria por seguir fabricando casas
cuando ya no había quien las comprase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario